PARROQUIA DE LA STA CRUZ

Barrio de la Cruz. Bilbao (Begoña)

31 agosto, 2006

LOS ABUELOS


La experiencia y sabiduría que nos dan los años simplemente no tiene precio, es por eso que cada abuelito y persona mayor merece todo nuestro respeto y admiración.

Nuestros deberes con los abuelitos
¿Cuántas veces en nuestra vida nos ha sido de gran utilidad, aquella receta de la abuela tan efectiva para curar el resfriado, o ese consejo que nuestro abuelo nos dio para educar a nuestros hijos en aquella situación difícil?... Muchas, ¿verdad?


Todos necesitamos de todos, pero siendo joven necesitamos aún más de las personas mayores, porque simplemente ellos ya han pasado por esta etapa de la vida, y también porque necesitamos de su amor y comprensión... Por todo esto, a los abuelos:
- Visítalos, atiéndelos, consiéntelos, acompáñalos al doctor, ayúdalos en todo lo que puedas. Recuerda respetarlos y tener el máximo de consideraciones hacia ellos. Nos transmitirán valiosos conceptos de amor y familia.
Si vas a tener un bebé, acude a los futuros abuelos desde antes que nazca. Ya representan valiosas fuentes de información, experiencia y seguridad para los futuros papás.
- Fomentar una convivencia entre los abuelos y sus nietos es una manera de enriquecer y fortalecer la relación de la familia entera.
- Toma en cuenta que el abuelo o la abuela pueden llegar a ser el amigo más grande que tenga el niño o la niña, y darle mucha comprensión, un gran amor y una idea de cómo eran las cosas en el pasado; además es mucho más cariñoso e interesante que los libros de historia.



- Muchas veces los abuelos tratan de opinar y aconsejar la manera en que se debe educar a los niños, y esto puede no caerles bien a los papás. A éstos les toca comprender que esta actitud de los abuelos no responde sino a un deseo de ser útiles y al amor tan inmenso que sienten hacia sus nietos.
- Cuando piensas que los abuelos han rebasado los límites, consintiendo de más a los niños, lo mejor es clarificar con ellos lo que te molesta y expresar que lo dices por el bien del niño.

La comunicación con personas mayores
A menudo, personas jóvenes tienen que convivir con ancianos, para lo cual es preciso que exista un gran entendimiento por ambas partes, sin importar quien es más veloz o quien tiene mayor capacidad para memorizar las cosas.
Para lograr una buena convivencia y mantener una excelente comunicación con las personas mayores es necesario:
- Tener respeto y paciencia como valores fundamentales. La edad avanzada de las personas, sus padecimientos, les hacen susceptibles de sufrir cambios de humor o estados de ánimo.
- Tratar de no herir susceptibilidades, criticando o juzgando sus costumbres o las cosas que fueron modernas en su época.
- No relegarlos cada vez que vengan amigos de visita. Recordemos que nosotros también seremos viejos así que no les hagamos lo que nosotros no quisiéramos para nosotros mismos.

Y que no se te olvide...

Los abuelos son ejemplo de vida, sabiduría y experiencia. Acude a ellos, llénalos de amor cada vez que puedas y fomenta la relación con sus nietos, ya que llegar a una edad avanzada es un verdadero privilegio.


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16 agosto, 2006

LA CASA DE LA MADRE



Durante unos de mis paseos por estos caminos perdidos de Dios, y nunca mejor dicho, tropecé con una señal de tráfico, un cartel indicativo, que informaba del acceso a la “Casa de la Madre” la Virgen de Unbe.
A decir verdad, el camino que tenía delante no animaba mucho a tomarlo, pero la curiosidad por explorar terrenos nuevos fue más fuerte que mi reticencia a continuar cómodamente sentado en el coche. Sin pensarlo dos veces torcí el volante y me adentré por la senda llena de baches y con una pendiente acusada que no auguraba nada vuelo. Efectivamente, como medida de precaución disminuí drásticamente la velocidad y lo mismo que un torero fui sorteando con más o menos pericia, los obstáculos del suelo. Finalmente llegué a la zona conocida como “El pozo” donde tuvo lugar una de las apariciones de La Madre, como más tarde pude informarme.

La Casa de La Madre
La Casa de La Virgen de Unbe



Un aviso indicaba “No detenerse hasta el próximo aparcamiento” así que conduje el automóvil hasta lugar seguro y cerrándolo tras estacionarlo, encaminé mis pasos hacia lo que parecía un antiguo caserío. -Casa del guarda forestal-, me aclararía Felisa, hija de la vidente, que en ese momento, se encontraba en el porche de la vivienda mencionada, aprovechando los escasos rayos de sol que tímidamente asomaban entre las nubes.
-La historia comenzó con la aparición de la Virgen a mi madre, un día que se encontraba sola en la casa esperando a mi padre en la cocina- me dijo mientras que cogía de la mano y me introducía para el interior de lo que podríamos llamar “La capilla”

Felisa, Hija de la Vidente
Feli, en el porche de la capilla



Era una estancia amplia, con reclinatorios y bancos para sentarse, con la imagen de La Madre presidiéndola en la cabecera y con una inmensa alfombra de flores y tiestos primorosamente colocados a sus pies. El ambiente de recogimiento y tranquilidad lo invadía todo, creando una atmósfera propiciatoria a la relajación y la contemplación.
Felisa se sentó y con sus ojos ciegos miró al cielo, comenzando un silencioso rosario el cual percibía que avanzaba por las cuentas que iba desgranando en el rosario blanco que mantenía en su mano derecha.

Interior de la Capilla
Interior de La Casa de Unbe



Inmóvil permanecí en el recinto sagrada, disfrutando la paz que flotaba en el ambiente, dejando que los minutos pasaran lentamente, sin prisa, saboreando esos instantes de placidez lejos del ruido y del bullicio de la capital.
Cuando terminó me levanté y sin perturbar la armonía reinante, salí al exterior agradeciendo la experiencia vivida y con el firme propósito de volver en otra ocasión. Desde luego La Madre sabe tratar a sus hijos de una forma especial.

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